Durante décadas, la leche ha sido protagonista indiscutible de la mesa puertorriqueña: en el café con leche de la mañana, el arroz con dulce de la abuela o el vaso frío después de un postre. Pero, en tiempos de alimentación consciente, tendencias veganas y debates sobre intolerancias, la pregunta sigue en pie: ¿es beneficioso tomar leche? ¿La leche engorda?
La respuesta, como muchas cosas en nutrición, no es blanco o negro, sino un matiz de lo que se necesita, se tolera y se decide.
Leche: ¿súper alimento o tradición sobrevalorada?
Desde el punto de vista nutricional, la leche es una fuente natural de calcio, proteínas de alta calidad, vitaminas D y B12, potasio y fósforo. Según nutricionistas, estos componentes apoyan el desarrollo óseo, el sistema nervioso y la función muscular. Para quienes no tienen intolerancia a la lactosa, puede ser una aliada valiosa.
“No hay nada en la leche que la haga inherentemente dañina para la salud. De hecho, puede ser muy útil para completar los requerimientos diarios de calcio y proteína”, explicó la nutricionista clínica Carla Santiago, en entrevista con este medio.
¿Y engorda?
Una taza de leche entera contiene aproximadamente 150 calorías, mientras que la leche descremada tiene cerca de 90. Como cualquier alimento, su efecto en el peso depende de cuánto se consume y qué lugar ocupa en el total del día.
“No es la leche lo que engorda, sino el exceso calórico. Si está dentro de una dieta equilibrada, no hay razón para temerle”, añadió Santiago.
La otra cara: intolerancia, alergias y decisiones éticas
En Puerto Rico, un porcentaje significativo de la población presenta intolerancia a la lactosa, lo que puede causar hinchazón, gases o molestias digestivas. Para estos casos, existen versiones sin lactosa o leches vegetales como las de almendra, soya, coco o avena, muchas de ellas fortificadas para ofrecer los mismos beneficios nutricionales.
También hay quienes han dejado la leche por convicciones éticas o ambientales. La industria láctea ha sido cuestionada por su impacto en el bienestar animal y en la huella de carbono, lo que ha llevado a un auge en alternativas más sostenibles.
La clave está en la personalización. Si no tienes alergias ni intolerancias, y disfrutas de su sabor y beneficios, la leche puede formar parte de una dieta saludable. Si prefieres evitarla, hay opciones para reemplazarla sin poner en riesgo tu nutrición.
La decisión no debe venir desde la culpa o la moda, sino desde el conocimiento. Como bien decía la abuela: todo con medida… hasta la leche.