La bandera de Puerto Rico ondeó una vez más con fuerza y orgullo, esta vez en manos de una boricua que acaba de tocar el cielo —literalmente.
Al son de la plena puertorriqueña y entre aplausos y abrazos, la meteoróloga y periodista Deborah Martorell fue recibida con emoción en el Aeropuerto Luis Muñoz Marín tras su regreso del espacio.
Martorell se dirigió a los medios y a su pueblo, agradecida y con el corazón lleno. “Esta ha sido una experiencia bien intensa, pero sobre todo estoy bien agradecida… del cariño, del apoyo, de esas oraciones que se sintieron en el lanzamiento, en el despegue”, expresó en la conferencia ofrecida desde el terminal aéreo.
Pero más allá de su histórica participación como la primera meteoróloga del mundo en viajar al espacio —a bordo de la cápsula suborbital New Shepard NS-34 de Blue Origin— Martorell regresó con una nueva misión: inspirar a otros.
“Ahora hay tanto y tanto por hacer por nuestros niños, por nuestras mujeres, por nuestros jóvenes. Sé que vamos a poder motivar a muchos… no solo en la ciencia, sino en todo lo que quieran hacer en la vida”, afirmó.
“Lo que quieras hacer en la vida, con perseverancia, lo puedes lograr. Siempre y cuando lo hagas con amor, y con un compromiso de servir a los demás, vas a tener éxito de seguro”.
Con una sensibilidad única, Martorell relató cada paso de su aventura en el espacio. Desde el nerviosismo previo al lanzamiento, hasta el instante en que sintió la ingravidez por primera vez.
“El cielo se tornó anaranjado, azul claro, luego azul oscuro… sentías la presión pegándote a la silla. Y de repente, se apagan las turbinas y ya no sientes nada. Estás flotando, como una pluma. Es una sensación que no se puede describir”, dijo emocionada.
Al mirar por la ventana, vio algo más que el firmamento, vio a Puerto Rico desde otro plano, a la Tierra como un todo. “Mirar nuestro planeta desde allá arriba fue como si las imágenes de satélite que veo todos los días cobraran vida. Es impresionante”, compartió.
“Me sentí volando en el infinito. En la nada. Con el planeta brillando allá abajo. Fue hermoso. Y a la vez… me cambió para siempre”.
“One Earth”: un solo planeta, una sola humanidad
Deborah formó parte de una tripulación internacional, con representantes de países como Turquía, India, China, Reino Unido y España. Juntos, decidieron bautizar su misión como Crew One Earth.
“Nos tomamos de las manos y gritamos ‘One Earth’. Nos salió del alma. Aunque éramos tan distintos, sabíamos que allá arriba éramos lo mismo. Uno solo”.
El compañerismo trascendió fronteras y culturas, y sembró en ella una nueva urgencia de colaboración internacional. “Queremos seguir trabajando juntos, ayudando a jóvenes no solo en nuestros países, sino en Latinoamérica y el mundo”, aseguró.
Una maleta repleta de símbolos boricuas
Martorell no viajó sola. En su cápsula llevó consigo rosarios, dibujos de niños, un peluche de manatí, parchos, fotografías, y 78 banderas representando cada pueblo de Puerto Rico.
“Voy a visitar cada municipio para entregar esas banderas en persona. Quiero que cada niño, cada joven, vea que este sueño también puede ser suyo”, compartió.
También adelantó que algunas entregas comenzarán esta misma semana. “Llevo muchas cosas que ahora tienen certificado de que volaron al espacio. Espero enmarcarlas y entregarlas con mucho amor”.
El abrazo del pueblo y el valor de su misión
El domingo en la mañana, mientras Martorell ascendía hacia la atmósfera, Puerto Rico la acompañaba desde sus hogares. Ese calor humano —dijo— lo sintió incluso en la cápsula.
“No sé cómo explicarlo… pero se sintió el cariño de la gente. Ese apoyo me llegó al corazón. Y me confirma que todo valió la pena. Montarse valió la pena porque tocamos corazones”.
En medio de un clima donde la ciencia muchas veces es atacada y los jóvenes pierden la fe en sus sueños, Martorell hizo un llamado contundente:
“¿Cómo les decimos a nuestros jóvenes que sigan estudiando cuando ven que se despide a científicos, a meteorólogos, que se discrimina contra los latinos? Pues ahora lo vamos a hacer. Porque lo demostramos. Lo probamos. Lo podemos lograr”.
Con los pies en la tierra, pero la mirada puesta en el futuro
Aunque regresará a sus labores en TeleOnce para cubrir la temporada de huracanes, Martorell no descarta nuevas oportunidades relacionadas con el espacio y la educación. También contempla continuar colaborando con mujeres astronautas, como Aymette Medina, quien la acompañó y le ofreció consejos valiosos.
“Estoy loca por ver a mis compañeros en el canal, abrazarlos. Pero también quiero seguir ayudando a jóvenes, aquí y en el mundo. Porque esto que vivimos… apenas comienza”.
Con una sonrisa en el rostro, los pies firmes sobre el suelo, y el corazón rebosante de propósito, Martorell deja una enseñanza que resuena más allá de las fronteras del planeta: que no hay sueño demasiado alto cuando se persigue con amor, fe y compromiso.