El mensaje de la gobernadora sobre el “alegado” estado de situación de país estuvo plagado de mentiras y medias verdades, las cuales denunciamos, y ahora abundamos otros temas.
Sobre el presunto aumento en empleos, ha habido una disminución de casi 300,000 puestos de trabajo, casi una cuarta parte de los empleos que había en 2007. Esa es la muestra de la dramática reducción en tamaño de la economía. Las estadísticas de empleo que presentó están manipuladas y nadie cree la mentira de que la tasa de desempleo está entre un 7% y 8%.
El aumento de 20.5% en las importaciones a Puerto Rico en marzo de 2025, en comparación con marzo de 2024, no es “más producción, mejor economía, progreso”; es un aumento extraordinario en la dependencia de lo que otros países producen, una economía crecientemente dependiente.
Cuando dijo que flexibilizó las metas de energía renovable, manteniendo la meta del 100% renovables para el 2050, admitió su fracaso y el de otras administraciones en el cumplimiento del calendario de transición a fuentes energéticas renovables.
Cuando habló de gas natural, la comunidad científica del Recinto Universitario de Mayagüez, así como otras personas expertas de otras instituciones, ha alertado que lo que propone es gas propano, un combustible extremadamente inflamable y peligroso para las comunidades.
Los cientos de proyectos “estratégicos” que mencionó ponen en peligro el patrimonio natural y entregan a inversionistas sin escrúpulos, y su aprobación es consecuencia del desmantelamiento de las leyes y reglamentos que, durante décadas, han protegido nuestro medio ambiente y recursos naturales.
Sobre el Departamento de Transportación y Obras Públicas, es el mismo enfoque de siempre: más fondos para carreteras y para mantenimiento, pero sin un proceso de planificación urbana que se centre en el transporte colectivo y en la reducción de la necesidad del uso del automóvil individual.
Lo peor de todo el mensaje, en temas tan importantes como educación, seguridad, vivienda y salud, es la confianza absurda en que los fondos federales que ha recibido el país desde el Huracán María continuarán. Ese optimismo no tiene base alguna en la realidad del mandato de Donald Trump, cuya política pública es lo contrario, reducir estos fondos.
Puerto Rico merece un gobierno honesto, limpio y que actúe dignamente.