El mundo del whisky está cambiando. Lo que alguna vez fue dominado por etiquetas de estatus, coleccionismo y límites tradicionales, hoy se mueve hacia nuevas generaciones de consumidores que buscan autenticidad y sabor más que apariencia. Esa es la visión del doctor Nick Savage, Master Distiller de Bladnoch, una de las destilerías más antiguas de Escocia, quien visitó Puerto Rico por primera vez y conversó con Metro sobre esta transformación cultural.
“Los amantes del whisky ya no solo coleccionan botellas. Ahora la gente quiere disfrutarlo, probarlo, hablar de él. Quieren sabor, historia y conexión”, afirmó Savage durante esta entrevista con este medio. Bladnoch, una joya escocesa fundada en 1817 en la región de Lowlands, ha vivido un renacimiento en la última década y se posiciona como uno de los nombres más respetados del whisky single malt independiente.
De ingeniero a maestro del whisky
Savage no viene de la tradición romántica de los destiladores escoceses heredados de familia. Su camino empezó en la ciencia. Tiene un doctorado en ingeniería mecánica de la Universidad RMIT en Australia y trabajó, literalmente, midiendo vibraciones en raquetas de tenis antes de llegar al whisky.
“Vi un anuncio de trabajo que buscaba optimizar barricas de whisky. Mis amigos me dijeron: ‘Ese trabajo es para ti… y además hay whisky gratis’. Me reí, pero era exactamente lo que buscaba: aplicar ingeniería a algo con alma”, recordó entre risas.
Su carrera lo llevó primero a Diageo, donde trabajó en innovación de barricas y maduración. Luego fue reclutado por The Macallan, una de las destilerías más reconocidas del mundo, donde asumió el rol de Master Distiller. Pero en 2019 tomó una decisión arriesgada: dejar una potencia del whisky para unirse a Bladnoch, una destilería histórica que resurgía bajo nueva administración.
“Una destilería de 200 años que renació”
Bladnoch había sido cerrada en 2009 y en 2015 fue comprada por el empresario australiano David Prior, quien decidió devolverle su esplendor. “Lo que tenemos es único: una destilería de 200 años, con carácter e historia, pero completamente modernizada. Es como tener un espíritu antiguo en una estructura nueva”, explicó Savage.
Ese balance entre herencia e innovación es clave en su filosofía. “La ingeniería te lleva al 80% del camino, pero el whisky necesita alma. Hay decisiones que se toman con intuición, con sentir el barril, con oler el tiempo. No es solo ciencia”, aseguró rodeado de la variedad del exclusivo portafolio de Bladnoch desde el íntimo espacio de Furtivo Speakeasy.
El nuevo consumidor de whisky
Uno de los temas más claros para Savage es cómo ha cambiado el público del whisky en los últimos años. Ya no es un producto elitista reservado para expertos.
“El whisky se está abriendo. Hoy se disfruta en una conversación entre amigos, con música o maridado con comida local. No es rígido ni snob. Cada país le da su estilo. Eso es hermoso”, comentó. Y sí, habló de Puerto Rico: “La comida boricua es intensa, rica en sabor, igual que nuestro whisky. Funcionan muy bien juntos”, opinó.
Un whisky para cada momento… sin reglas
Cuando se le pregunta cómo toma whisky un Master Distiller, su respuesta sorprende: “No tengo un ritual. Nadie debería sentirse intimidado por el whisky. No hay una forma correcta. Si quieres tomarlo puro, hazlo. Si te gusta con hielo, también. Lo único que digo es: si necesitas esconder el sabor del whisky con refresco, mejor elige otro whisky”, recomendó.
Savage incluso confesó que suele disfrutar un highball con hielo y limón usando la expresión Bladnoch Vinaya, mientras que elabora un old fashioned con la expresión Bladnoch 16. “El whisky se adapta al momento y al estado de ánimo”, dijo el experto quien durante su visita exploró la isla en bicicleta. “No esperaba que fuera tan verde. Pensé que era más urbano, pero es como pedalear en ‘Jurassic Park’”, dijo entre risas. “La gente aquí es increíblemente amable. Quiero volver”, agregó al apostar que la conquista de Bladnoch lo traerá de vuelta a nuestro archipiélago.
“El whisky está volviendo a ser humano. Ya no se trata de precios, sino de emociones. De con quién lo compartes y qué historias se guardan en cada copa”, destacó Savage.
La filosofía de Savage es clara: el whisky está entrando en una nueva era más sensorial, más cultural, más cercana. Y Puerto Rico forma ya parte de ese mapa.