Tuesday, January 21, 2025
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¿Y si nos damos la “WELTiTA” en la guagua del conejo?

Escribir sobre el tema resulta inevitable, una vez más. Y es precisamente parte del fenómeno asociado a Bad Bunny.

Ya son tres las semanas en las que lo que haga o deje de hacer el joven convertido en la máxima estrella global de la música popular es objeto de discusión. Solo que eso que hace no es solo pertinente para quienes le siguen de manera incondicional, sino que también los es para el país. Y eso incluye a sus detractores. Particularmente el para muchos insospechado alcance de su residencia de conciertos en la isla. En tan solo cuatro horas, Benito Antonio vendió los 400 mil boletos reservados para sus 30 funciones en el Coliseo de Puerto Rico. Se trata de un logra nunca antes visto localmente que, me parece, debe colocarle en el centro de una discusión que no debe limitarse a la venta de boletos.

Bad Bunny ya hizo su parte. Ahora le toca al Gobierno subirse a la ola y capitalizar. Y me explico.

Claro que debe haber heridas abiertas producto de las elecciones de noviembre. Recordemos que el artista protagonizó una ofensiva directa contra el Partido Nuevo Progresista. Llamó a la “muerte al PNP” y llamó “embustera” a quien hoy ocupa el puesto de mayor jerarquía en el gobierno. Evidentemente, a nadie le gusta que le declaren la guerra y que le cuestionen su credibilidad. Estipulado. Pero la campana electoral terminó y la nueva administración tiene ante sí la oportunidad de oro para sacarle millaje a la famosa residencia y montar un aparato de desarrollo económico para el país si logra entender que las batallas personales deben dejarse en el baúl cuando se busca lo mejor para los constituyentes.

Bad Bunny, sin mayor intervención del Estado, ha logrado montar una operación que será lucrativa para el artista y su equipo, pero que también podría serlo para la isla. Ya expertos han estimado que, dejando las cosas como están, el erario podría recibir una inyección de más de $100 millones en un mes. Pero, ¿y si no dejamos las cosas como están y aspiramos a más? Según los datos provistos, el 80% de quienes separaron y eventualmente compraron boletos no son residentes de la isla. Y eso implica que durante ese mes lloverán los visitantes. Y esos visitantes vendrán en avión (ingresos por conexión aérea), se quedarán en hoteles o alquilar propiedades (room tax e impuestos), comerán en restaurantes, utilizarán taxis o transporte colectivo.

Pero ¿y si el Gobierno se monta en la ola y se prepara para ser un gran anfitrión? ¿Imagina usted el alcance e ingresos que podría facturar la isla si en torno a la famosa residencia se montan paquetes con experiencias asociadas al concepto el disco? Excursiones para conocer la isla, paquetes gastronómicos, recorridos guiados. Espectáculos artísticos y restaurantes que abran en horarios extendidos para ir a comer después de los shows. Visitas guiadas a los lugares utilizados para la grabación de sus videos musicales más conocidos y, por qué no, hasta excursiones a su pueblo, Vega Baja, para conocer los lugares en donde se formó el nuevo “Rey Midas” de la industria musical. Porque el hambre de sus fans sobre todo lo que huela a Bad Bunny parece insaciable y de esa hambre puede nutrirse un bien aceitado operativo turístico que puede hacer mucho para activar, al menos mientras dure el influjo de visitantes asociados a la residencia, la economía local.

Pero para eso hace falta un alto grado de desprendimiento y madurez política. Echar a un lado las piedras de tropiezo de la campana y ordenar al aparato gubernamental buscar formas para sacarle a este evento por el que más de una jurisdicción mataría. El operativo primario está listo. No esperemos para sacarle provecho.



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