Aunque la población de jóvenes menores de 18 años en la isla es inferior a la de los tres estados más pobres de Estados Unidos —Luisiana, Misisipi y Nuevo México— el porcentaje de pobreza infantil en la isla duplica el de dichos lugares.
Durante y luego de un desastre natural, los niños y adolescentes tienden a ser más vulnerables, debido a que dependen, en gran medida, del cuido y asistencia de sus familiares y comunidad.
La pobreza además priva a los niños de servicios esenciales en educación y salud, dejándolos expuestos a una mayor vulnerabilidad social, lo que a menudo se traduce en problemas de salud, trabajos mal remunerados o desempleo en la adultez.
Por consiguiente, de forma que las agencias gubernamentales, legisladores, organizaciones sin fines de lucro y líderes comunitarios tengan acceso a datos sobre la pobreza infantil en Puerto Rico de cara a los desastres naturales, un grupo de estudiantes del Centro de Estudios Puertorriqueños de Hunter College en Nueva York, desarrolló un estudio y un mapa interactivo.
“Hemos creado esto con la esperanza de que beneficie a las comunidades y que estas puedan aprovecharlo para mejorar sus condiciones, luchar por atención a sus necesidades, y para que las agencias gubernamentales puedan prepararse y gestionar mejor los desastres, evitando así la pérdida de vidas que hemos experimentado en eventos pasados, y la falta de respuesta que a veces ocurre después de los desastres”, expresó el estudiante de geografía Jorge Soldevila Irizarry, en la presentación virtual del Índice de Vulnerabilidad Infantil (IVI) de 2021.
El análisis reveló que los municipios en las regiones central y sur del archipiélago tienen niveles más altos de vulnerabilidad infantil que los pueblos en otras regiones.
Específicamente, los municipios con el mayor IVI son Jayuya, Barranquitas y Mayagüez, mientras que los de menor IVI son Guaynabo, Las Piedras y Hatillo.
Sin embargo, los investigadores destacaron que la presencia de un menor IVI en ciertos municipios no indica ausencia de vulnerabilidad infantil, pues, al desglosar los datos por barrios, se evidencia la naturaleza omnipresente y desigualmente distribuida de la susceptibilidad de los niños en Puerto Rico.
El mapa dividido por barrios reflejó que el de mayor índice es el barrio-pueblo de Comerío, seguido del barrio Oriente, en San Juan, y el centro de Naranjito, el de Mayagüez y el de Manatí.
Por otro lado, de las diez zonas operacionales del Negociado para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres, el estudio reflejó que la que contiene la población infantil más vulnerable es la de Vega Baja.
El joven natural de Peñuelas, junto a la científica de datos Laura Colón Meléndez, la socióloga Damayra Figueroa-Lazu y la analista de políticas, Jennifer Hinojosa, utilizaron datos de la Encuesta de la Comunidad Americana, realizada por el gobierno de Estados Unidos, para obtener información demográfica y socioeconómica.
Los estudiantes utilizaron estimaciones correspondientes a un período de cinco años: desde 2017 hasta 2021.
“Se basan en censos o encuestas nacionales representativas que tienen retrasos de datos de varios años o incluso décadas. Estamos en 2023 hablando de un índice de vulnerabilidad infantil para 2021 porque eso es lo que podemos construir, y limita nuestra capacidad para proporcionar conocimiento sobre lo que está sucediendo actualmente”, explicó Soldevila Irizarry sobre la herramienta, lanzada a finales de 2023.
Por su parte, Colón Meléndez indicó que, a pesar de la disminución de la población infantil en la isla a lo largo de los años, la tasa de pobreza para este grupo de edad ha permanecido prácticamente igual.
El análisis abarcó 14 variables divididas en tres categorías principales: las características personales de los niños, las características de los hogares con niños presentes y las características generales de los hogares.
Esto incluye información sobre la situación de los niños en hogares sin internet, sin seguro médico y sin vehículo, entre otros aspectos.
Al dividir los datos en dichas categorías, el gobierno y las comunidades cuentan con una imagen más clara de cómo se manifiesta la vulnerabilidad infantil en cada región para saber cuáles son las necesidades que se deben atender.
Por ejemplo, el barrio Naranjo, en Comerío, tiene un índice de vulnerabilidad infantil alto en la segunda categoría: características de los hogares con niños.
“Esto sugiere que reducir las vulnerabilidades de los niños en Naranjo requeriría políticas que se centren en las necesidades del hogar, como la infraestructura o el aumento de la asistencia gubernamental”, lee la investigación.
“En caso de una emergencia, los niños podrían quedar al cuidado de sus abuelos, y los ingresos familiares podrían verse limitados si el único sostén del hogar pierde su empleo o si se interrumpe el acceso a la asistencia gubernamental”, ejemplifica el texto.
En adición, los estudiantes tuvieron en cuenta la literatura local y la retroalimentación de expertos en el archipiélago para asegurarse de que el IVI reflejara adecuadamente la realidad en Puerto Rico.
“Los niños, quienes llevarán el peso de los efectos futuros del cambio climático, enfrentan los desafíos de hoy sin haber desarrollado completamente sus capacidades físicas y emocionales y dependiendo de los adultos para su seguridad y bienestar”, enfatiza el documento.
“Con este Índice de Vulnerabilidad Infantil de Puerto Rico, buscamos equipar a los profesionales para mejorar la resiliencia y preparación familiar y comunitaria ante futuros desastres y los efectos del cambio climático global”, puntualiza la investigación.
La herramienta digital interactiva, disponible en inglés y español, puede ser accedida a través de la página web del Centro de Estudios Puertorriqueños de Hunter College: centropr.hunter.cuny.edu